Poesía de Ezra Pound

 

Alba

 

 

 

Fresca como las pálidas hojas húmedas

 

 de los lirios del valle

 

 al alba yace ella junto a mí.

 

 

 

El encuentro

 

 

 

Mientras ellos hablaban todo el tiempo de la nueva moral

 

 ella me exploraba con sus ojos.

 

 Y cuando me levanté para marcharme

 

sus dedos fueron como el tejido

 

de una servilleta japonesa de papel.

 

 

 

 

La zambullida

 

 

 

Querría bañarme en extrañeza:

 

estas comodidades amontonadas encima de mí, 

 

me asfixian!

 

¡Me quemo, ardo en deseos de algo nuevo,

 

amigos nuevos, caras nuevas y lugares!

 

Oh, estar lejos de todo esto,

 

esto que es todo lo que quise…salvo lo nuevo.

 

¡Y tú amor, la que mucho, la que más he deseado!

 

¿Acaso no me repugnan todas las paredes, 

 

las calles, las piedras,

 

todo el barro, la bruma, toda la niebla,

 

todas las clases de tráfico?

 

 

 

 

El árbol

 

 

 

Estuve sin moverme, y fui un árbol en el bosque,

 

y supe la verdad de las cosas nunca vistas,

 

de Dafne y del laurel y de la antigua

 

pareja que a los dioses celebraba

 

unida, encina-roble, en medio de la campiña.

 

Sólo cuando los dioses fueron propiciamente

 

llamados y atraídos al fuego de su pecho

 

pudo obrarse el milagro.

 

Pues que fui un árbol del bosque

 

y muchas cosas comprendí

 

que antes me parecieron inauditas.

 

 

 

 

Un pacto

 

 

 

Haré un pacto contigo, Walt Whitman-

 

te he detestado ya bastante.

 

Vengo a ti como un niño crecido

 

que ha tenido un papá testarudo;

 

ya tengo edad de hacer amigos.

 

Fuiste tú el que cortaste la madera,

 

ya es tiempo ahora de labrar.

 

Tenemos la misma savia y la misma raíz-

 

haya comercio, pues, entre nosotros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La tumba de Akr Aar

 

 

 

´Yo soy tu alma, Nikoptis. He acechado

 

estos cinco milenios, y tus ojos muertos

 

no se han movido, ni responden nunca a mi deseo,

 

y tus ágiles miembros, en los que yo saltaba ardiendo,

 

no se queman conmigo, ni con nada azafranado.

 

 

 

Mira, la leve hierba brotó para hacerte de almohada,

 

y te besa con sus miles de lengüitas de hierba;

 

pero no tú a mí.

 

Me he cansado de leer todo el oro del muro,

 

y mi pensamiento ha agotado todos los signos.

 

Y no hay nada nuevo en todo este lugar.

 

 

 

Yo he sido buena contigo. Mira, he sellado las jarras,

 

no sea que despiertes y sollozes por tu vino.

 

Y todas tus túnicas las tengo asentadas sobre ti.

 

 

 

¡Oh, ingrato! ¡Cómo me olvidaré!

 

-Aun el río hace tanto tiempo,

 

¿El río? Tú eras demasiado joven.

 

 

 

Y tres almas vinieron sobre ti-

 

y yo vine.

 

Y corrí dentro de ti, las eché;

 

he tenido intimidad contigo, conocido a tu modo.

 

 

 

¿No he tocado la palma de tus manos y la yema de

 

tus dedos?

 

¿Circulado dentro de ti, y en torno tuyo y de tus

 

talones?

 

¿Cómo 'te entré'? ¿No era yo acaso tú y Tú?

 

 

 

Y ningún sol viene a darme descanso en este lugar,

 

y me destrozo en la dentada sombra,

 

y ninguna luz cae sobre mí, y tu no dices

 

ni una palabra, día tras día.

 

 

 

¡Oh! Yo me podría salir, a pesar de los signos

 

y todo el trabajo en la puerta hábilmente ejecutado,

 

afuera sobre los campos de verdura de vidrio...

 

Pero aquí es quieto:

 

no me voy.

 

 

 

 

Temperamentos

 

 

 

Nueve adulterios, 12 líos, 64 fornicaciones y algo así como una violación

 

pesan cada noche sobre el alma de nuestro delicado amigo Florialis.

 

Y, sin embargo, el tío es tan tranquilo y reservado en su conducta

 

que se diría sin sangre ni sexo.

 

Bastídides, por el contrario, que no habla ni escribe más que de cópulas,

 

acaba de ser padre de gemelos;

 

si bien alcanzó esta hazaña a un alto precio:

 

ha tenido que ser cornudo cuatro veces.

 

 

 

 

 

 

 

Ulteriores instrucciones

 

 

 

Vamos, cantos míos, expresemos nuestras más bajas pasiones,

 

expresemos nuestras envidias por los hombres con empleo

 

permanente y ninguna preocupación por el futuro.

 

 

 

Sois muy ociosos, cantos míos,

 

temo que vais a acabar mal.

 

 

 

Os plantáis por las calles.

 

Haraganeáis en las esquinas y en las paradas de los autobuses,

 

no hacéis nada del todo.

 

Ni siquiera expresáis nuestras nobles cualidades internas;

 

acabaréis muy mal.

 

 

 

¿Y yo? Me he vuelto medio loco.

 

Tanto os he hablado que casi ya os veo alrededor mío,

 

¡insolentes bestezuelas! ¡Sinvergüenzas! ¡Faltas de atavío!

 

 

 

Pero tú, canto, el más nuevo de todos,

 

aún no tienes edad para haber hecho mucho daño.

 

Te conseguiré una casaca verde en China

 

con dragones bordados en ella.

 

Te conseguiré los calzones de seda escarlata

 

de la estatua del Niño Jesús en Santa María Novella;

 

no vaya a ser que digan que no tengo gusto

 

o que no hay sangre azul en la familia

 

 

 

 

 

Esta selección de poemas fue extraída del libro digita “Carta del exiliado y otros poemas”, editado por InterCoach, Santo Domingo (2008)

 


 

Nació el 30 de octubre de 1885, en Hailey, Idaho (Estados Unidos).

Un año después de su nacimiento su familia se traslada a un suburbio de Filadelfia.

Obtiene el diploma de Bachiller y se inscribe en la Universidad de Pennsylvania, donde profundiza sus estudios de literatura. Allí se distinguió por la excentricidad de sus modos y por su inclinación por la poesía.

 

Traba amistad con William Carlos Williams y con Hilda Doolittle, poetas también como él con quienes conservará relaciones el resto de sus días.

 

 

 

Abandonó su país en 1907, viviendo entre 1908 a 1930 en Londres, donde trabajó como corresponsal para las revistas estadounidenses Poetry y The Little Review. Fue de los primeros en reconocer y estudiar la poesía de Robert Frosty de D. H. Lawrence.

 

 

 

Su reputación quedó establecida en Inglaterra nada más publicar el libro de poesía Personae (1909). Se trasladó a París en el año 1920, donde llegó a ser líder del círculo literario de exiliados estadounidenses, entre los que se encontraban Gertrude Stein y Ernest Hemingway. Además de trabajar para la revista literaria estadounidense The Dial, tradujo literatura del italiano, del chino y del japonés, y escribió varios libros de crítica y poesía, entre ellos Hugh Selwyn Mauberly (1920).

 

 

 

En 1924 se estableció en Rapallo (Italia), donde continuó trabajando en 'Los cantos', obra comenzada en 1915. En el transcurso de laII Guerra Mundial difundió propaganda fascista por la radio desde Roma a los Estados Unidos. Fue seguidor de Benito Mussolini y antisemita. Capturado en el año 1945 es declarado psicológicamente incapacitado para asistir a un juicio por traición, siendo confinado en un sanatorio mental en Washington. Es liberado en 1958 y regresó a Italia.

 

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