Poesía de Alejandro Duque

 

ESCRITURA DE ESTÍO

 

 

 

 

 

¿No has visto

 

cómo la luna se ha roto

 

 al pasar entre los pinos?

 

¡Qué blanca viene

 

la fragancia del bosque!

 

 

 

 

 

El futuro

 

es un libro

 

de hielo; alguien

 

que no soy yo, está dormido

 

sobre las letras de mi muerte.

 

 

 

 

 

Sombra, vienes

 

de puntillas cada noche

 

a mis ojos; desde el fondo

 

de la muerte

 

iluminas mis sueños.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La hoz del sol

 

adelgaza las visiones.

 

Los ángeles no se ven

 

porque están ebrios

 

de transparencia.

 

 

 

 

 

Mira la dureza

 

de las palabras,

 

su gélida sed.

 

Corazón, graba en ellas

 

tu música, y olvida.

 

 

 

 

 

Cuando digo “eucalipto”,

 

 “caballo”, “adelfa”… vuelve

 

el sol; en la casa

 

del verano

 

hay un niño dormido.

 

 

 

 

 

Los amantes tañen la noche.

 

Las notas descienden, trémulas, 

 

como una mano

 

hasta la almohada

 

del encuentro.

 

 

 

 

 

Olvidar, olvidar el camino.

 

Para que el yo

 

que escribe yo

 

al separarse de mí

 

se encuentre.

 

 

 

 

 

Junio.  El viento agita

 

las acacias.

 

Siesta amarilla.

 

 

 

 

 

El yo; los espejeos

 

 del yo:

 

jardín innumerable.

 

 

 

 

 

Dragón dormido,

 

lluvia verde

 

entre llamas: juventud.

 

 

 

 

 

Joven desnuda.

 

Rubor. Cubrías tu desnudez

 

con risas.

 

 

 

 

 

 

 

Alcoba en penumbra.

 

Noche total

 

hasta que tú llegas.

 

 

 

 

 

Sauce a la orilla.

 

El río

 

es un relámpago esmeralda.

 

 

 

 

 

El canto de la cigarra

 

se oye mejor

 

en el haiku de Bashoo.

 

 

 

 

 

Mariposa ligera,

 

blanco incendio de alas, …

 

¡tu sonrisa!

 

 

 

 

 

El agua de la fuente

 

repite en la memoria:

 

ayer, ayer, ayer…

 

 

 

 

 

 

 

También la golondrina

 

zigzagueando en la tarde

 

escribe su poema.

 

 

 

 

 

La mariposa blanca,

 

¿o es el jazmín

 

que vuela?

 

 

 

 

 

Entre la luz del pino

 

y la voz de la tórtola,

 

 el verano que vuelve.

 

 

 

 

 

También bajo la hierba

 

pisada,  tiembla

 

frágil el mundo.

 

 

 

 

 

    SUFRIMIENTO

 

 

 

Siempre es la nube

 

que nos tapa el sol

 

la que pasa más lenta.

 

 

 

 

 

 

 

   ENTRE  LUCES

 

 

 

Mirando el sol

 

a la tarde, todo me parece

 

una llama mortal.

 

 

Alejandro Duque Amusco (1949) es un poeta y ensayista sevillano, residente en Barcelona. Doctor en Filología, enraizado en la corriente del nuevo esencialismo, ha publicado desde 1976 nueve libros de poesía, algunos revisados y ampliados en segunda edición. Obtuvo en 1994 el Premio Loewe por Donde rompe la noche y ha sido traductor de Válery, Cavafis y Keats, y editor de la obra de Vicente Aleixandre.

 

Sus poemas breves de tradición orientalista (tannka y haiku), publicados a lo largo de los años, están reunidos en Escritura de estío (2019).

 

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