Poesía de John Berryman

Canciones de sueño

 

 

 

Estoy furioso con Dios porque ha devastado esta generación.

 

Primero agarró a Ted, después a Richard, a Randall y ahora a Delmore.

 

Entre uno y otro se tragó a Silvia Plath.

 

Fue una cacería excepcional. Dejó vivos

 

a muchos tontos que puedo señalar como a un cuchillo de cocina.

 

Pero no tocó a Lowell.

 

 

 

En algún lugar la empresa continúa,

 

(un sol amarillo se cobija en la blusa de un niño)

 

No en el pensamiento escalonado de Henry.

 

Supongo que la palabra sería, debemos someternos.

 

Después.

 

Corto, y no tengo más nada que ver con eso.

 

 

 

Un amigo de Henry comparó la carrera de Dios

 

con la de Mozart, dejando a Henry sin nada que decir

 

excepto alabanzas para un juicio tan certero.

 

Sufrimos un día, un día, otro día.

 

Pero ya no pueden volver como un hombre abofeteado,

 

noticias parecidas.

 

 

 

 

 

 

 

Suicidio, tu rostro brota de mi mesa.

 

Tu fuerza vino como torrente hacia el final

 

de rabia y agonía.

 

Al principio te bautizaron Silvia Plath

 

pero cambiaste ese nombre por el de Mes. Hughes,

 

diste a la luz y seguiste a lo largo de la curva

 

 

 

hasta que el horno pareció ser el lugar adecuado para ti.

 

Cavilo sobre tu rostro cubierto, geografía de la pena,

 

hasta que acepto una vez más

 

tu separación de nosotros

 

aunque el clamor de niños huérfanos me afirma de nuevo.

 

Tu tormento aquí fue breve,

 

 

 

tu partida me llega de manera persistente,

 

un pobre ejemplo, un suicidio más

 

para colocar sobre tantos otros

 

hasta que el herido de Henry, con sus hermanas y hermanos

 

desaparecidos de pronto, aún se detenga a preguntar

 

por qué él solo arremete contra la injusta marea.

 

 

 

 

 

Elegía a W. C.W un hombre estupendo

 

 

 

Henry en Irlanda a Bill bajo tierra:

 

descansa en paz, tú que tanto trabajaste, que lograste

 

bellos sonidos constantemente, durante tantos años:

 

tus juergas deleitaron Los continentes & nuestros oídos:  

 

tenías tantas muchachas tu vida fe un triunfo

 

y amabas a tu única esposa.

 

 

 

Te levantabas al alba y escribías -los libros fluían-

 

en un gran parto alumbraste infinitos niños-

 

y tu generosidad

 

hacia los jóvenes despertó profundos afectos:

 

si la envidia fuese marca registrada por Henry, te envidiaría,

 

especialmente por haber realizado.

 

 

 

Demasiadas jornadas le esperan,

 

demasiadas galeras y pruebas de página que leer;

 

le gustaría yacer

 

en tu dulce silencio, tú a quien no se le negó

 

la excelencia misteriosa y postrera que es la corona

 

de nuestros esfuerzos & nuestra última novia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Richard & y Randall, y uno que nunca lo hizo,

 

de que no volverían a cruzar este mar,

 

& Delmore,

 

Llenaron su mente deshuesada mientras el barco avanzaba lento.

 

Oigo a los tres excéntricos en sus diferentes tonos

 

discutir & discutir

 

 

 

Nuestro significado para el Viejo Mundo, y el de éste para nosotros

 

sobre lo cual cavilamos tanto en nuestros años jóvenes     

 

y luego tosíamos & cantábamos

 

las nuevas formas en que aparece el pensamiento antiguo

 

los cuerpos mutantes de almas inestables,

 

adversarios colmillo a colmillo

 

 

 

Los amigos afectuosos, y los amigos de los amigos,

 

buscando por dentro hasta el fin del día

 

sutiles e inmutables:

 

el viento sopla fuerte desde nuestro viento pasado hacia el futuro

 

y somos ese viento, salvo que la naturaleza del viento

 

era no durar

 

 

 

 

 

Estos poemas fueron tomados de la revista Poesía, julio-octubre, 1973, editada por el Departamento de Literatura de la U. C. Valencia, Venezuela.

 

 

 

   

 

 

 

John Berryman (McAlester, Oklahoma, 1914 – Minneapolis, 1972) se suicidó el 7 de enero de 1972 arrojándose de un puente en Missisipi. Es una de las mayores figuras de la poesía estadounidense de la segunda mitad del siglo XX. Junto a Robert Lowell, Sylvia Plath, Anne Sexton y W. D. Snodgrass, es considerado un poeta de la denominada “poesía confesional”. En cuanto al público y la crítica, fueron sus Dream Songs las que mayor acogida obtuvieron. El primer volumen de esta serie, titulada 77 Dream Songs, le permitió ganar el Premio Pulitzer de poesía. El segundo volumen apareció en 1968, titulado His Toy, His Dream, His Rest. Un año más tarde, los dos volúmenes fueron publicados en un sólo libro, The Dream Songs. Este poema forma parte de Delusions Etc., publicado el año en que se suicidó.

 

 

Fuente biográfica: Perfil

 

Fuente fotográfica: poets.org

 

Escribir comentario

Comentarios: 0