Poesía de Olga Orozco

 

 

 

 

Sobre su pecho arrojan las mareas

 

una vaga cabeza que apenas sobrenada entre oscuras resacas,

 

entre restos de lágrimas y dichas,

 

entre durmientes paramos donde yacen perdidos como fábulas

 

los lentos paraísos que sostenía el curso del tiempo en una sangre.

 

 

 

Cuántas cosas que un nombre convocaba con sus hondos tañidos

 

acuden o se alejan,

 

flotando ávidamente, lo mismo que un velamen,

 

entre crueles oleajes de recuerdo y olvido.

 

 

 

¡Oh, melodiosas noches, praderas estivales,

 

rincones y declives donde la claridad desciende todavía como una ola

 

y la alegría aun crepita entre las lumbres!

 

Basta pensar de pronto con una estéril sombra,

 

con un largo relato desasido,

 

y os esfumáis detrás de nieblas y humaredas

 

hasta ser nada más que un desolado hueco

 

por donde asciende apenas un pálido cortejo de burbujas que estallan.

 

 

 

¡Oh, aposentos cerrados, huellas deshabitadas,

 

fulgores empañados por un calor sumiso a dulzuras y a cóleras,

 

ropajes donde el viento prolonga amargamente su estadía!

 

¡Cómo resucitáis de un inerte desmayo

 

cómo os colmáis de gestos en los que la pasión revive una vez más su inmensa llamarada!

 

 

 

En vano seguirán imponiendo los días su belleza,

 

en tanto que el pasado se irá desvaneciendo en plañideros silbos.

 

Ella sustentará una avidez más honda a cada despedida,

 

aunque el polvo y la vida luchen y se entrecrucen dentro del corazón

 

igual que dos espadas.

 

 

 

Los veremos salir al encuentro de iguales estaciones,

 

atravesando ritos, penas y desencantos de inviolable maleza,

 

pero habrá relegado una porción de su alma a otro reino sombrío

 

para recuperar ese aliento que corre bordeando gravemente los impasibles días,

 

esa mirada ajena con que mira sobrevivir aún su desierto destino.

 

 

 

 

 

Este poema fue tomado de la revista Los Anales de Buenos Aires, año II, número 20, 21 y 22, Octubre, Noviembre, Diciembre, 1947.

 

  

 

 

Olga Orozco (Santa Rosa de Toay, 1920 - Buenos Aires, 1999) Poeta y cuentista argentina que perteneció a la Generación del 40.

 

Vivió en su ciudad natal, en la provincia de La Pampa, hasta los ocho años; luego se trasladó a Bahía Blanca y en 1936 se instaló en Buenos Aires. Se graduó como maestra, profesión que nunca ejerció, y más tarde se licenció en la facultad de Filosofía y Letras.

 

Polifacética, colaboró en las revistas Canto, A partir de cero, Sur, Cabalgata y Anales de Buenos Aires. Trabajó como periodista y en cierto momento llegó a tener ocho seudónimos, cada uno para escribir en un estilo distinto; durante años redactó los horóscopos del diario Clarín. Incursionó asimismo en el radioteatro como actriz. En 1961 obtuvo la beca del Fondo Nacional de las Artes; ganó diversos premios de poesía y en 1998 fue galardonada con el Octavo Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, una de las distinciones más importantes en lengua hispánica.

 

Toda su obra gira en torno del tema de la muerte y la soledad, que ha sabido expresar con una gran intensidad dramática. Lo más importante de su producción se encuentra en los poemarios. En general, el uso del versículo le permite desplegar una imaginación visionaria, suntuosa de figuras, al servicio de una serie de temas constantes: la evocación idealizada del paisaje nativo (la llanura pampeana), la infancia en tanto paraíso perdido, la adolescencia como edad de los descubrimientos, la memoria como tesoro poético donde el tiempo puede recuperarse y solventar las asechanzas de la muerte. La poesía francesa posterior al surrealismo y la poesía narrativa norteamericana le valen para organizar un lenguaje muy personal y un mundo cerrado, melancólico, sofocante y voluptuoso a la vez.

 

Publicó los libros de poemas Desde lejos (1946), Las muertes (1952), Los juegos peligrosos (1962), Museo salvaje (1974), Veintinueve poemas (1975), Cantos a Berenice (1977), Mutaciones de la realidad (1979), La noche a la deriva (1984), En el revés del cielo (1987) y Con esta boca, en este mundo (1984).

 

Escribió también dos libros de relatos autobiográficos, La oscuridad es otro sol (1962) y También la luz es un abismo (1995) y una obra de teatro: Y el humo de tu incendio está subiendo (1971).

 

 

Fuente biográfica: Biografía y Vidas (La Enciclopedia Biográfica En Línea).

 

Fuente fotográfica: infobae

 

 

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