Cuento infantil de León Tolstoi

Era el día del santo de Seriozha, y le hicieron muchos regalos: peonzas, caballitos, cromos,…Pero el mejor regalo se lo hizo a Seriozha su tío: una trampa para cazar pájaros. Era una trampa muy ingeniosa: consistía en una red sujeta a un marco de madera, en el que encajaba una tablilla. El marco con la red se levantaba, se echaba alpiste sobre la tablilla, y cuando un pajarito se posaba en ella, la red caía y lo atrapaba. Seriozha se alegró mucho y corrió a enseñar la trampa a su madre. Esta le dijo:


- No me gusta ese juguete. ¿Qué falta pueden hacerte los pájaros? ¿Por qué has de martirizarlos?
- Los meteré en una jaula. Ellos cantarán. Y yo les daré de comer.


Tomó Seriozha un puñado de alpiste, lo esparció en la tablilla y puso la trampa en el jardín. El chico esperaba a que acudieran los pájaros. Pero los pájaros le tenían miedo y no volaban a la trampa. Seriozha se fue a comer y dejó la trampa en el jardín. Después de la comida se acercó, vio que la red había caído y que bajo ella se debatía un pajarito. Muy contento, Seriozha atrapó el pajarito y lo llevó a la casa.


- ¡Mira, mamá, he cazado un pajarito! ¡Seguro que es un ruiseñor! ¡Cómo le late el corazón!
La madre le dijo:
- Es un pardillo. No lo martirices. Lo mejor que podrías hacer es soltarlo.
- No, le daré de comer y de beber.


Seriozha metió el pajarito en la jaula y dos días seguidos le echó alpiste, le puso agua y le limpió la jaula. Pero al tercer día se olvidó de cambiarle el agua. La madre le dijo:


- ¿Ves? Te has olvidado de tu pajarito. Suéltalo.
- No. No me olvidaré más; ahora le cambiaré el agua y le limpiaré la jaula.


Seriozha metió la mano en la jaula para limpiarla, pero el pajarito se asustó y se golpeó contra los alambres. Seriozha limpió la jaula y fue por agua. La madre vio que se había olvidado de cerrar la jaula y le gritó:


- ¡Seriozha, cierra la jaula que el pajarito puede escaparse y se matará!


Antes de que hubiera acabado de decir esto, el pajarito encontró la puerta, se alegró, extendió sus alitas y cruzó volando la habitación hacia la ventana, pero no vio el cristal, se golpeó contra él y cayó sobre el poyo.


Seriozha se acercó corriendo, tomó el pajarito y lo llevó a la jaula. El pajarito estaba vivo todavía, pero yacía sobre la pechuga, extendidas las alitas, y respiraba fatigosamente.

Seriozha lo miró y rompió a llorar.


- ¡Mamá! ¿qué voy a hacer ahora?
- Ahora ya no se puede hacer nada.


Seriozha no se apartó en todo el día de la jaula y miraba todo el tiempo al pajarito, pero este seguía yaciendo sobre la pechuga y repiraba entrecortadamente. Cuando Seriozha se acostó, el pajarito vivía aún. Seriozha estuvo largo rato sin poder dormirse; cada vez que cerraba los ojos se imaginaba al pajarito tendido sobre la pechuga y respirando con dificultad. Por la mañana, cuando Seriozha se acercó a al jaula, vio que el pajarito yacía de espaldas, con las patitas agarrotadas, y estaba ya yerto.
Desde entonces, Seriozha no ha vuelto a cazar pajaritos.

 

El presente cuento fue tomado del libro "Cuentos para niños" de L.N. Tolstoi, Editorial Malysh, URSS 1980.

Liev Nikoláievich Tolstói (Yasnaia Poliana, 1828 - Astapovo, 1910) Escritor y reformador ruso. Junto con Fiódor Dostoievski, es el más destacado representante de la novela realista en Rusia, como lo fueron Balzac, Stendhal y Flaubert en Francia o Galdós en España.

 

Fotografía tomada del blog hijosdelossuenos

Semblanza tomada de la página web biografias y vidas

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