Poemas, poesía. Pedro Enríquez

Libera lo invisible

 

 

En el río

aún los vestigios.

Es otra música el comienzo de los pasos,

adivinar el peso del cuerpo

sobre la tierra madre.

¿Qué viniste a buscar?

¿Acaso tiene nombre la búsqueda?

 

El agua conquista la senda del tiempo,

en esta ladera de la primera mirada

nada tiene nombre propio,

consistencia de historia,

raíz de misterio.

 

¿Es preferible rendirse al cansancio,

cerrar las páginas donde se escribe

olvido?

Sólo arena roja que avienta las ruedas,

por un momento conciencia de huella.

¿Qué luz única aguardan los ojos,

comprende el aire,

ora en la piedra?

¿Dónde el lenguaje de las señales?

 

En el principio

un nombre,

un sueño de vocales y sílabas,

un reflejo que hiere la superficie

del instinto

en diálogo con los labios,

una tormenta desbocada.

Las imágenes nacen y confunden,

sólo el engaño de la nada,

la verdad oculta en un rostro fingido.

Ahora

lo descubres en compañía de otros

que hablan de si mismos.

 

Me someto a la huida de los sentidos,

cierro los ojos por un instante

infinitos.

No hay argumento

para lo oculto innombrable:

libera lo invisible.


 

La habitación sin espejos

 

 

Es confusa la hora.

La puerta. Los goznes.

El humo del vacío.

La imagen de Dios.

La siembra de la costumbre.

Cierro los ojos para contemplar la luz.

De nuevo la pregunta.

Una moneda sin rostro.

Miro a los lados,

Te busco

en la herida,

en la llama que funde la cera,

bautizo las palabras,

me desnudo en la sombra,

te persigo en la soledad del otro,

digo cielo,

aprendo las muecas,

extiendo las manos,

acribillo el lenguaje del padrenuestro,

los signos de lo sagrado,

la batalla

y la torpe certeza de la vida.

Araño los troncos,

grabo las preguntas.

 

Sobre mi nombre

escribo tu Nombre,

la Luz en la luz.

Entonces tu presencia

en la habitación sin espejos.


 

Aclaremos las cosas

 

 

De nuevo habito la tonta manera

de humedecer mis ojos,

como los niños y los ciegos,

al leer el libro de los sueños.

 

Son ya muchas vidas

insistiendo el arco iris

una mañana de marzo,

la sonrisa de los colores.

desanudando el aire

con un machete de flores.

 

Ya sabes,

la lectura de la escarcha

llega del cielo.

Una señal

es el símbolo de los elegidos.

 

Digo:

¡no quiero!

y estallan las palabras sin límites,

sin forma

y contenido.

 

El fuego devora

la casa de la lengua

donde mora el pan.

 

Me hablas en el incendio

y en el agua,

en el silencio y en la mirada.

 

Rompo las cuerdas,

los andamios,

libero las piedras,

cimientos del pasado.

 

Háblame

en las estructuras de tus manos,

ahora cuando escribo

oración en tu oración,

aire de mi aire,

la túnica del poema

para ser hoy

en trasparencia pronunciado.


 

El libro de la vida

 

 

Un ave del paraíso

toma forma de brújula

en la primera ceniza

del labrador del pan.

Es la hora de la blancura

donde habitan luciérnagas

de harina,

la hora sin hora.

Esclavos del destino

dictan sus voluntades de limbo,

líneas cruzadas de puertas,

prismas nacientes de sueños.

 

Toma mi mano,

ven,

los dos unidos a contemplar

el alba

cuando los barcos

confunden la libertad

con el profundo sopor de las islas.

 

No cedas al equilibrio de las estancias,

la senda se abre a lo confuso

de la alegría,

a una ola escapada de su reflejo

en el vuelo de una alondra.

La paciencia de las gaviotas

alimenta de vida

la costumbre de los anillos.

 

Ven ahora,

alma mía de todos los tiempos,

a la última conciencia de la felicidad,

no dejes sin escenario

la batalla de una lágrima,

el conjuro de portales abiertos,

el sabio anciano,

la primera página

de un cuento,

el hijo en noches de silencio y miedo.

 

Ven ahora sobre el fértil pasto

del beso en mi beso,

eleva nuestra bandera de todos los confines

sin ninguna duda en la esperanza.

Eres la cima de los océanos,

la antigua torre de los vigías,

el hambre de fuego,

la lumbre donde arden

los leños del camino,

la cúpula del palacio donde decir sí,

habitar todos los mundos,

universos sin regreso,

un arco iris en la mochila,

libre de cadenas.


 

El cielo se incendia

 

 

Dime Tú,

nombre de las cosas divinas,

cómo decirte,

acercarme al árbol del bien y del mal

y destruir el cuento de la manzana.

 

Dime,

recrimíname,

avienta todos mis errores,

la carne de mis manos

donde giran las torpes iniciales

de los dedos,

la alcancía de palabras sin sentido.

 

Devora

con el cuchillo de mi búsqueda

la garganta de los dioses

pequeños y falsarios,

los templos del vinagre y del agua.

 

Mírame,

ciego infinito,

la sonda que alienta

la enferma cautiva

de la luz en la noche.

 

Destroza este aliento en mi boca

donde anidan los animales

incorruptos de la saliva.

Aliméntate de mis pezones de hombre

donde también nace

el hambre de un hijo.

 

Un punzón de sal sin océano

hiere el atrio de las mejillas,

un golpe de pezuñas,

caballos invisibles,

habita mi estómago de rebeldía.

 

Ay, este loco impulso del viento

destronando reinos

en la certeza de mi vientre.

 

Aquí habitas,

calibras los continentes del dolor,

extiendes los límites del fuego,

alga de río,

alacrán de centeno,

forma de harina.

 

 

 

No tardes en este hálito

de respiración sin oxígeno,

no duermas ni duerman

mis oídos en la forma del ciervo.

 

No silencies más tu rostro

en la cueva de la playa

donde mueren las caracolas

y el nácar se rompe

sin equilibrio de brillo.

 

Abre la conciencia

del Tú en mi yo,

libérame,

punto de humo,

diminuto fósforo fugaz

en el Amor

y su luz de misterio.

 

Descansa conmigo,

toma mis anillos.

El cielo se incendia.


 

Antes de la palabra

 

 

Padre,

no me dejes en el juego del azar,

barajo el viento,

las hojas de los árboles,

gusano de las moreras

encerrado en mi caja de cartón,

indefenso,

ausente

de las miradas

en otro nivel de consciencia.

 

No entiendo las reglas

de transformación en mariposa,

arrastrando mi propia esencia

de absurdas casualidades.

Marco los límites

y dejo un rastro de babas

secándose,

no sirven los ojos

para las máscaras del tarot

y las adivinanzas.

 

¿Sólo quieres de mi

que viva,

respire,

camine,

llore,

sonría,

un árbol,

la vida silente de las raíces,

anclado en el silencio de los siglos,

abandonado a la oscuridad de la tierra,

sin otra esencia

que el diminuto espacio

donde habitan las lombrices

y los hongos?

¿Me has dado de nuevo la vida

para sentir el llanto

y el misterio del dolor,

contemplarme herido en el espejo

sin otra llama

que la mano extendida.

mendigo de amor,

limosnero de una mirada

antes de la palabra?

 

El desequilibrio de los años

sucede tan voraz,

colmillos de un perro nocturno

clavado en la presa herida.

 

¿Acaso cuando digo Padre, y digo Dios,

me escuchas,

tomas mis cabellos en tus manos

poderosas,

sin límites,

para hablar en mi oscura celda

de la vida y del cuerpo?

¿Acaso me dices pensamientos

que no logran escuchar

mis oídos,

sordo de tu dimensión de Amor?

 

Y vuelvo a la tierra

hundido en el barro,

huella vacía

donde el infinito

carece de sentido.

 

Sin embargo,

esta certeza de fuego

me habla de Ti,

me inunda de tu esencia,

rendido en la fe,

hombre,

humano,

caminante,

ascendiendo

en la escalera

donde habita

la luz en la puerta

del piso último,

alegre

 

en la meseta de la esperanza.

 

 

Pedro Enríquez es poeta, narrador y editor español, académico con la letra Z de la Academia de Buenas Letras de Granada. De su obra se han publicado 21 títulos y poemas suyos han sido traducidos al francés, hebreo, árabe, inglés, italiano, portugués, turco, ruso, quechua, catalán, griego, croata, rumano, húngaro y japonés. Sus últimos libros: Libélulas y Granados (Editorial Dauro 2015, edición bilingüe español–japonés, junto con el poeta japonés Yutaka Hosono), Poesía para desafinados (Ediciones Puerto 2017, Puerto Rico), En el hueco de su mano (Editorial Alhulia 2018, Colección Mirto Academia), En los cimientos del poema. Antología Poética 1988-2018 (Aula de Poesía y Humanismo Dama de Baza, Baza 2019), Késelen. Ese filo.Válogatott-Selección de poemas. (Editorial AB ART 2019. Traducción al húngaro de Balázs F. Attila) y Las estatuas de sal. TA ΑΓΑΛΜΑΤΑ ΑΠΟ ΑΛΑΤΙ. Edición bilingüe español–griego. Traducción al griego Stavros Guirguenis (Editorial ΕΟΕ Books, Tesalónica, Grecia 2019).

Director y organizador de múltiples actos culturales, como Festival Internacional de Poesía en el Laurel, La Zubia, Granada. Asesor Cultural del Centro UNESCO de Andalucía. Condecoración con la Orden José María Arguedas en el Grado de Maestro, por el Consejo Nacional e Internacional Todas las Sangres, en Cusco, Perú. Gran Premio Internacional en la decimocuarta edición de la Feria Internacional del Libro de Puerto Rico, por su importante aportación al mundo literario a través de su obra poética. Premio Internacional de Poesía Dama de Baza 2017. Premio FIARTE IX Edición a la Literatura 2018. Exposición de Pintura y Escultura Homenaje a Pedro Enríquez Libera lo invisible, La Zubia, Granada 2019. Reconocimiento por sus destacados logros literarios en la Feria del Libro Hispano/Latino 2019 de Nueva York. Desde hace cuatro años imparte talleres de poesía en el Centro Penitenciario de Albolote (Granada), proyecto por el que se le ha otorgado el Premio Prometeo 2019.

 

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por Pedro Enríquez. 

 

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