Poesía de Ali Al-Hazmi

La poesía de Ali Al-Hazmi es, por lo general, de largo aliento. Sus versos fluyen como prolongadas conversaciones que tejen una urdimbre entre su yo cotidiano y su yo poético, dando como resultado una voz que se aventura entre la relevación y la pretensión.                                                                                                                                                                                                                                                

Encontramos  imágenes que evocan la infancia y los amores perdidos; unas veces con esperanza y otras, con resignación. El poeta expresa su devoción por la juventud y el apasionamiento, se resiste a la vejez y a la soltería. Rejuvenece en los brazos de su amante y se marchita en soledad, aunque, a menudo, ambas lo vuelven cenizas.

María del Castillo Sucerquia

 

 

 

I.              Arrojas tu pena como roca al mar

 A tus cuarenta, sin alas
apuras el sentido de volar
como si fueras lo suficientemente capaz
persigues el tacto de las nubes
bajo tus pies

 rumbo a tu propio desierto
el viento pone sobre tus hombros
todos los pecados de la historia

desde que te detuviste
en las puertas de tu pasado
las piernas encadenadas
tus años no volvieron al poema
tampoco las preciosas jovencitas
con jocosidad
desde los árboles de la infancia
a tus campos

a tus cuarenta
cerca de los manantiales
el anhelo te lleva hacia los ciervos
que ya no escuchan tus canciones

cuando sus pasos se acercan
cuando el pájaro de palabras gorjea
en una rama solitaria en el corazón

arrojas tu pena como una roca al mar
ves tu cara arder en el horno
del instante perdido

 a tus cuarenta
 cuando estas atado
a unas flautas tras el chal de una balada
encuentras una paloma olvidada
en tu concepción de viaje

no agotas la tierna melodía
con suspiros del pasado que
giran alrededor de tu alma
como una pulsera

a tus cuarenta
el pasado asume que estás cerca de sus huertos
mientras sigues atrapado
en el desierto de tus fantasías

cuando comienzas a viajar
hacia tu brillante metáfora
no prestas atención a las preguntas
espinosas que miran
desde lejos a tus pies

a tus cuarenta
en las carreteras
ya no necesitas doblar tus sombras
cuando te diriges hacia los
placeres de la vida
intentas llegar a la orilla perdida
del río

la memoria pregunta
¿cuándo te desconcertó la presencia del olvido?

¿qué hubiera herido tu inocente pasado si
te detuvieras en sus nobles puertas para saludar
dejar las cargas del rechazo
que te llenaron los ojos de sed por la nada?

a tus cuarenta
una mujer del pasado te visita
no seas grosero con sus flautas
pregúntale por sus historias de amor
sálvala de los molinos engañosos
devuélvela a la pura dicha
a sus flores

escucha el pájaro de su alma
descuidado en los árboles de la ausencia
sé una llovizna si se extravía
un acorde metafórico para su risa
sé una pasión existencial
si ella te mira

cuando te acerques
a sus extensos incendios
no seas más
que cenizas.

 

 

II.           El sol de agosto nos siembra

 ¡Cariño!, pasa por las nubes
arrojemos los deseos a
la encrucijada de las llanuras

cuando nacimos
como hierba entre las rocas
de las colinas cercanas
fue próximo al secreto
a dos arcos del final de las canciones
cuya melancolía es capturada por las flautas
en las cañas que gimen

el fruto de nuestro amor
era entonces rocío y fragancia

cuando el sol de agosto nos siembra en
las afueras del campo
entre dos granadas y se va
las huellas de nuestros cielos
se vuelven plata en las canciones
nos llevan de la mano al origen de la vida

en la miel de abejas
avanzamos hacia ella
y tocamos el jinjolero de su dulzura
siguiendo nuestros pequeños pasos

con qué frecuencia miramos en la distancia
las mariposas de nuestras almas
que subían por encima del arrullo de las palomas

la ligereza de las criaturas
que saltaban entre las palmas de las púas
nos llevó en un ala del camino

cantábamos, despertamos los anhelos
de las ramas de nuestra infancia
 escondimos los lirios a su sombra

 ¡cariño!, pasa por las nubes
afloja las riendas de los caballos de tu amor
escapemos de los cazadores
lancemos flechas a las colinas cercanas
permite a los caballos volar
impulsados por el deseo
en sus piernas aladas

abraza mi patria
sálvame del autoexilio

¡cariño!, pasa por las nubes
llévame al árbol del tiempo
a los exiliados remotos
como una ola en tu sombra

deja que pruebe suerte con los vientos
 cuando soplan en nuestros valles
le arrebataré el último cielo
a sus plumas

sigo el camino a tu alma
pues todos los caminos que me llevan
hacia nuestro amor sureño
parten de aquí

¡Cariño!, ¡pasa por las nubes!

el cansancio rural nos lleva
a otro cansancio como nosotros
desde que nacimos
hemos vivido con el trigo y la palmera

nuestros espíritus nunca
abandonaron el pasado de la tribu
en secreto, cuando el tiempo
apretó sus garras sobre ellos
sobre nosotros

 los cuenteros andan en mis sueños
si en tus pestañas me duermo

dicen
no hay tiempo para caminar en dos orillas separadas

nunca podremos contar nuestra historia
de cuerpo y alma
en dos libros diferentes

la única opción posible
es esconder estos dos cuerpos
en uno solo

tengo que ser tú
tienes que ser yo.

 

 

III.        Tomado por las alabanzas de las orillas del mar


En tiempos de crisis
solitario, ante el mar
los barcos me descargan
de su eterno silencio

me veo incapaz
de captar mi propio significado
la carencia de un hogar

su aparición
solitario, ante el mar
la paloma me sigue
cada vez que cambio de lugar

ningún viento la asusta
 mi larga angustia no detiene
el deseo oculto en sus plumas
la imanta en mi estrecha sombra

solitario, ante el mar
las orillas me reciben en sus cánticos
veo la plata del niño que abandoné
hasta el confín más lejano de sus ojos

un azul absoluto me hace girar
en un poema lleno de nostalgia
en la melodía de la existencia

una melodía que absorbe las
confesiones de la ilusión

solitario, ante el mar
cautivado por las gaviotas
cuyas miradas me elevan alto
camino sobre la nube de recuerdos
sin piernas

el espacio me lleva a las sombras
de los amigos que nunca abandoné
al separarnos

en las órbitas de la infancia
sonrío

solitario, ante las brasas
despreciado por la frialdad de tus manos

si te sientas confundida en presencia del pasado
devuelve la flauta de mi canción
al campo de la oda
a sus rosas

en tus ojos habitan pájaros
que vuelan hacia el esplendor
cuando miran al futuro

solitario, antes del verso
el poema me mantiene alejado de su galaxia
parezco incapaz de sentir
los últimos pulsos de mis visiones

lo que mi fina voz alcanzó en la pérdida
¡fluye en el desierto del canto!

solitario, antes que la paciencia
me falta estabilidad en el borde de mis obsesiones

¿quién colmó a las palabras de significado?

¿quién disipa en los párpados de la imaginación
un metafórico escenario crepuscular
como una ventana olvidada
en nuestras almas?

solitario, antes que el cuerpo
los deseos parecen más jóvenes que yo
buscan una vez más
los mandamientos del pasado

ni la sombra de mis días lejanos
alcanzó las conversaciones secretas
ni la noche de los espejos repartió los recuerdos
sobre la toma de las copas

solitario, ante la tumba
el final fijó una fecha para mí
para crear, desde el vientre de la ausencia
un poema blanco
que enciende las velas de mi canción
sobre los hombros de la oscuridad

no hay árboles míos allí
nada me espera
tan sólo un cielo que apagó su linterna
y duerme cerca de mi almohada.

 

IV.          Un camino a través de las paredes

Ser atormentado por una  mujer en tu ensueño
una mujer creada por tu propia vanidad
una mujer concebida de la ilusión
y los dolores sentimentales

dormir feliz sobre las espinas de su risa
verla, con los ojos cerrados
vagar por las praderas de tus derrotas
someterte a las trampas de su esplendor

teje con suavidad  para atrapar tu alma

sentir sus tiernos pasos
moverse con tranquilidad a su habitación

mirar su ligereza ascender, como mariposas
a la orilla de tu lecho ardiente
seguirla hasta los confines remotos de los cielos
mientras toca, con las plumas de sus manos
las pecas que cubren los suspiros de tu pecho

abrazarla, como a una paloma
 derramar la nube de su amor, gota a gota
envolver los pliegues de sus deseos
con tus caballos ingobernables hasta amanecer

una mujer que dividió intempestivamente
el sueño de la vida
una mujer que abrió un camino
a través de las paredes de tu confusión

con una sola mirada

una mujer que martilló los clavos de su imagen, con fuerza,
en la cabeza de tu imaginación
una mujer que nunca abandona las vallas de
tu ilusión cuando duermes

su único pecado fue sonreír desde la acera
 a un transeúnte

obnubilado por sus encantos
no tuviste idea de que esperando allí
te perdiste de un amplio abrazo
en que extenderías tus manos
para llevarla lejos
en poco tiempo.

 

V.             Perdió las llaves del deseo

Una mujer solitaria
lucha con el látigo del otoño
con las manos desnudas de la suerte
la familia, los amigos

el otoño se arrastra sobre los árboles
ella se esconde de los transeúntes
cómo teme al pasado
a un sueño que nunca la visita
en sueños dos veces

siempre que abraza, con sus manitas
las mariposas del alba la saludan
la palma de la ausencia desperdicia
sus sombras en el viento

ella ya no se preocupa por los jilgueros
que huyen de la penumbra de su terraza
la vida le enseñó a cubrirse
del gozo de su feminidad

tan pronto

no alcanza la fruta madura en las ramas del cuerpo
evita despertar los escalofríos
al caer la noche

ella perdió las llaves del deseo
en ella espera un ave que
se desangra en su alma con ojos huecos
 vacío de calidez, amor y esperanza

 rema por un río en blanco
 da vueltas en su soledad al borde de la noche

de buena gana
se entrega a la pena del destierro
sin dar un solo vistazo a la flauta
que arrulla las brasas de sus fuegos

muy lejos

la noche es tan larga
en el silencio metálico de su soledad
los dolores miran desde
el espejo el fluir de su sueño

 no halla un significado
para el dolor que habita en su cabeza
pues el otoño ha partido
y la mañana de las mariposas
está a punto de seguir sus pasos  
hacia una orilla al final de los arrullos

¡no hay nada que le impida al río
seguir el paso de su tobillera
en las colinas cercanas!

 

¿podría desear elogiar los párpados
de los lejanos otra vez?
¿podría tejer un chal para su fría feminidad,
del sol, del nuevo amanecer?

Ali Al-Hazmi (1970) es un poeta nacido en Dammad, Arabia Saudita. Licenciado en lengua y literatura Árabe. Autor de los libros Una puerta para el cuerpo (1993), Perdido (2000), Los ciervos beben su propia imagen (2004), Comodidad en el borde (2009), Ahora en el pasado (2018).

Ha participado en festivales de poesía en países como Uruguay, Cuba, Colombia, Costa Rica, España y Turquía. Y Publicado en más de 20 antologías alrededor del mundo. Fue ganador del Premio mundial de poesía otorgado por The Internacional Academy Orient- Occident en Rumanía (2017) y su poema A road into the wall ganó el premio Verbumlandi en Italia (2017).

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por la traductora.

María Del Castillo Sucerquia, nacida en Barranquilla, Colombia (1997), es una poeta bilingüe, escritora, tutora, médica oriental (Neijing, España) y traductora (francés, Inglés, italiano, portugués, español y alemán). Con experiencia en radio y actuación (teatro y cine).

Ha participado en numerosos festivales de poesía, recitales, foros, conferencias y encuentros culturales.

Sus poemas han sido traducidos en diversas antologías, revistas, periódicos y sitios web nacionales e internacionales (Filogicus, Libresta, María Mulata, Bharatha Vision, Azahar, Atunis Poetry, El Heraldo, Muelle Caribe, Crisol, Uttor Kota, Sol y Luna, entre otros).

Y traducidos al canarés, árabe, urdu, bengalí e inglés.

 

También colabora con las revistas Vive Afro (Medellín), Altazor (Chile), Cronopio (Missouri), Cardenal (México).

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por la traductora.

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