Poesía de María Paz Valdebenito

 

            El ojo tiene razón

y no obstante me separo de mi propia imagen.

E. Gómez-Correa

 

 

 

SONATA DE UN ÁLGEBRA HERIDO

 

 

Cuando dejemos de confiar

en las imágenes que el espejo nos ofrece

comenzaremos a ahogarnos en el agua

y ya no en las trampas del pensamiento.

 

Nada hay dentro de mí fuera de la muerte

pero ¡alto!

no quiero consuelos

ese ha sido mi propósito

aprender a morir

frente a los gestos

del rostro de un tiempo sin rostro.

 

Recuerdo haber trepado un triángulo herido

cuyas aristas se me venían encima

al cambiar la mirada de dirección.

 

Distintas cosas me han aplastado

no sólo las paredes de dormitorios pasajeros

ni la belleza contradictoria

que es sólo visible para quienes aman.

 

No me interesa ir en busca

de lo que no me pertenece

menos negarme a ser lo que soy.

 

No hay máquinas textiles que puedan

confeccionar vestimenta

que nos permita esconder

el ineludible zarpazo de las sombras.

 

 

No quiero volver a huir.

 

 

 

 

 

Confórmate 

me digo

¡No te engañes!

 

Escapar es una ilusión

asediada por silenciosos límites.

 

 

Límite contra límite.

 

                                                                                         

Otros mundos existen

en los que me tiendo como un perro.

Recupero mi vigor

y le grito a todo lo mundano:

 

 

¡Vete!

 

 

Aquí en cambio

a orillas de esta era desgraciada

me vuelvo la sonata de un álgebra herido.

 

 

Nada en brazos de la codicia me hará feliz.

 

 

Mi felicidad es apenas percibida

tal como el aroma de las plazas

al comenzar la mañana.

 

 

A las plazas sólo vamos los inútiles:

 

 

niños

ancianos

cesantes

los pobres que se aman.

 

Tardes enteras en las plazas me quedo

escuchando con la mirada

cómo muchos me juzgan

por no empeñarme en obtener

un trabajo bien remunerado.

 

Al observarme se deben preguntar:

 

¿De qué le han servido

sus largas jornadas de matemáticas?

 

¿Sus intensas lecturas metafísicas?

 

¿Sus búsquedas interminables?

¡Basta de preguntas!

 

 

Mi trabajo es descubrir

lo que hay detrás del viento

sufrir lo que debo sufrir

mirar lo que no debo mirar

cantar las canciones

que este mundo ya no canta.

 

El sol nunca ha sido sol

la muerte nunca ha sido muerte

es por ello que no confío en los espejos

hago de mí la imagen

que justamente de mí no quiero.

 

 

 

 

  

El MorusBassanus, también conocido como el alcatraz atlántico o el pájaro bobo del norte, es un ave marina, migratoria, de poderoso vuelo. No va a tierra firme más que en primavera, escogiendo las islas más desiertas o más inaccesibles. A orillas del acantilado, junto a otros alcatraces, incuba un solo huevo. Siempre antes de picar cierra las alas, luego desaparece en un transparente chorro de espuma inmortal.

 

 

 

 

 

EL ALCATRAZ QUE AÚN NO LOGRA VOLAR

 

 

Espero que el dolor se lo lleve un caballo

que galope a tierras lejanas sin volver

para que así toda tristeza desaparezca

y esa íntima melancolía

arrastrada de vidas anteriores

se diluya junto a los minerales

de las piedras situadas en el camino.

 

Largo el camino

por el que he decidido avanzar

largo como los días de un enfermo.

 

Larga la vigilia

la búsqueda incesante de la calma

interminable búsqueda

en la que la paciencia nos enseña

a transitar la noche con los ojos abiertos

hacer de la imaginación una barca

que nos acerca al otro lado del río

cuando todo parece tan lejano.

 

En brazos de una templanza

que a ratos me abandona

he ido sobreponiéndome

a la traición de cercanos amigos

a la ausencia definitiva de amados familiares

al temor que a la muerte le tuve

cuando me dio la bienvenida

y yo desesperadamente huí.

 

 

 

 

Una y otra vez

toqué las puertas de este mundo

para que me hicieran pasar

a un lugar conocido

donde los sueños volvieran a ordenarse

tal como las hormigas deben

organizar sus reservas al llegar el invierno.                                          

 

Ahora que el invierno se ha ido

espero desprenderme del frío y volar

tenderme bajo la sombra de los árboles

como si nada más que el viento

y el aroma de la tierra existieran.

 

Volar como una polilla

que al cantar se vuelve

un pájaro de inmensas alas.

 

Tras el vuelo toda distancia

se convierte en proximidad

sin embargo es hora

de dejar de buscar en las lejanías lo que anhelamos.

 

Cuando llegue al final del camino

confirmaré que todo lo que en esta vida buscaba

residía en mi propio corazón

río pedregoso en el que tantas veces

la angustia y la alegría se han bañado

con la misma insistencia

de un borracho frente al vino.

 

No esperaré que la felicidad venga a visitarme                                                         

siempre ha estado aquí

en la sencillez de los días

en el silencio de mi pieza

en el aroma de las hierbas del jardín

en las más simples ofrendas.

 

Y como todo lo que se puede ofrecer es simple

te abro mendigo las puertas de mi casa

asimismo las alas de este alcatraz de tierra

que a pesar de sus reiterados intentos

aún no logra volar.

 

 

 

 

Sólo nos queda mirar la luz de luciérnaga

ese débil chispazo de la hoguera del verano

más débil que la memoria de una ola.

                                        J. Teillier

 

 

DESPUÉS DE LA OSCURIDAD

 

 

De pronto

todo luce un poco más viejo

más triste

más cansado

la luz se apaga

como el canto de la golondrina

que al tocar el sol

se durmió para siempre.

 

Se apaga

y la cueva es profunda

el fuego no enciende

mil chispas a la vez no lograrían

encender siquiera

una mínima llama.

 

Enredado el tallo de la fe

enredado el náufrago en la orilla

las hojas del sauce

bajo el cual el peregrino llora.

 

Así es la vida

una larga pestaña

que nos impide abrir los ojos

cuando todo en este mundo llora.

 

Y tú

¿a dónde estabas?

 

Y yo

que como un rayo por los campos te busqué…

 

 

 

 

 

 

adónde

                      dime

                                 adónde

 

 

 

Llevo años gritándote

luciérnaga más sorda de todas

huidiza como el sueño

en las noches de insomnio

a un paso de convertirte en la cueva

y dejarme a mí

como al indio traicionado por su tropa

solo

desnudo frente al enemigo

sola

a pasos agigantados de la luz.

 

Ven

en plena noche ven

siéntate en mis ojos e ilumina

las cosas de mi entorno

para ver realmente como son.

 

Luego te dejaré partir sin esperarte

porque sé que nada en esta vida vuelve.

 

Todos marchan

creyendo que algún día volverán

pero es imposible volver

porque los pies sólo sirven

para caminar hacia adelante.

 

El día muere

el silencio en mis oídos

no encuentra a nadie

y yo

un poco más vieja

más triste

más cansada

preguntándome:

 

¿a dónde?

                    ¿a dónde?

                                          ¿a dónde?

 

 

TONADA DEL NÁUFRAGO

 

 

El misterio

es la ola que se forma

 

entre el náufrago y la orilla.

 

 

María Paz Valdebenito. Creadora chilena. Ha sido publicada en diversas antologías poéticas de diversos países y  ha participado en distintos Encuentros de poesía y de música dentro y fuera de Chile. Ha obtenido algunos reconocimientos de carácter nacional e internacional. Ha publicado La fábrica del Sibilino (2011, Chile), Cabalgando Lejanías (2016, Perú-Ecuador), la plaquette Tonada del náufrago (2017, Argentina), la plaquette Sonata de álgebra herido (2019, México) y la plaquette Morfología del agua (2019, México). El año 2019 lanza su primer EP musical titulado Contrafinal bajo el nombre de María Compás y actualmente trabaja en nuevas canciones y una serie de obras poéticas de carácter transdisciplinar. 

Semblanza y fotografía proporcionadas por la autora.

 

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