Poesía de Mariana Colomer

 

Poesía de Mariana Colomer

 

 

 

 

 

 

 

DE CÓMO DELEITAR CON EL SEÑUELO

 

 

 

Devuélvele la luz que le ocultaste,

 

y verás cómo desde el puño hambre

 

y mansedumbre vienen al señuelo.

 

Si al acercarse a él

 

se asombra y alados gemidos

 

esparce en el azul,

 

sabe que no quería más reclamo

 

que el de los ojos de ella

 

ni más goce que el de su pecho

 

brindado en cortesía.

 

 

 

                 (De Crónicas de altanería, 1999 y 2003)

 

 

 

                                       *

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA PALABRA

 

  

 

                                                                                         Al poeta Jesús Lizano

 

 

 

 

 

   A María no le importa derrochar una libra de esencia de nardo

 

en los pies del Maestro, si puede escuchar la palabra que anuncia

 

la belleza no conocida.

 

   Marta, entregadas manos y espíritu a tareas que no son necesarias,

 

la acoge a su llegada con afabilidad y la hace sentir como si estuviera

 

en su casa. No intenta retenerla. Sabe que al igual que el amor, viene

 

cuando quiere y te abandona a su antojo.

 

   María pasa las horas anhelando aquello que le falta. Tal vez en la

 

búsqueda esté el sentido del canto. Marta se conforma con lo que tiene,

 

y piensa que la vida es el poema más difícil de escribir. No se equivoca

 

María cuando cree que solo en la humildad de Marta y en el abandono

 

de sí misma, puede en ella hablar la palabra.

 

   Marta me dice que no tenga prisa, que no me deje deslumbrar por

 

falsas revelaciones. La belleza que me muestren los sentidos habré

 

de reconocerla cuando llegue.

 

   Las dos, Marta y María, sabemos de la imposibilidad de decir este estre-

 

mecimiento suave del ser, y, sin embargo, las dos volvemos a esperarla.

 

 

 

                                                   *

 

 

 

 

 

 

 

VIDA NONATA

 

 

 

No sabría decir quién inició

 

tan amorosa búsqueda,

 

si el alma o tu cuerpo incipiente.

 

Mi ser tan solo supo del encuentro

 

cuando las alas se incendiaron

 

ante el umbral de tu carne,

 

que, traspasada, el alma la cobija.

 

De pronto, todo el azul se hace en mí.

 

Y se posan las manos sobre el vientre

 

excedido en dulzura

 

que solo ansía soledad

 

para pensarse.

 

 

 

                                        De La Gracia y el deseo, 2003

 

 

 

                                    *

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

DEJO QUE SEAS TÚ QUIEN ME OTORGUE EL POEMA…

 

 

 

Dejo que seas Tú quien me otorgue el poema,

 

que la palabra fluya

 

de tu suavidad a mi mano,

 

sin luchar por llevarme su fulgor,

 

sin confiar en mí.

 

Te la pido y ofrezco.

 

Tan solo escribiré y me ocultaré,

 

porque es tu palabra

 

y harás que no se pierda.

 

 

 

                         *

 

 

 

QUINTA NOCHE

 

 

 

Sabes cómo vencerme,

 

Amor que sigues cada paso mío.

 

¿Cuándo pudo la tierra

 

escapar de tu cielo?

 

Y aunque yo no accedí

 

por temor e ignorancia,

 

a ser llevada ante Ti, pues la carne

 

aún señoreaba en el espíritu,

 

nada detuvo tus ansias de entrega.

 

Y viniste a mi casa, que es la Tuya,

 

y de toda la nada me despojas

 

para cubrir con tu esencia la mía,

 

hasta dejar mi ser enaltecido.

 

¿Quién podrá separar

 

agua ebria de vino transparente

 

en la copa del gozo?

 

Mi casa ya no es más casa extraña,

 

solo morada última y primera,

 

y en la carne vencida

 

no hay tiempo ni dolor,

 

ni palabra que pueda alejarme de Ti.

 

Tú, solo Tú, Amor.

 

 

 

                       Del Libro de la suavidad, 2008 y 2017

 

 

                                *      

 

 

 

 

ALGUIEN ORA POR MÍ EN ALGÚN LUGAR

 

 

 

Alguien ora por mí en algún lugar.

 

Alguien  que no conoce ni siquiera mi nombre,

 

que se cruzó conmigo en una calle

 

o frente a mí permaneció sentado

 

en un vagón de tren,

 

leyó un día en mis ojos.

 

Alguien ora por mí,

 

Te ofrece el corazón en su pureza,

 

con la seguridad de que será escuchado.

 

                          De Salir de mí, 2012

 

                          *

 

 

 

Mi amado, qué alborozo de estrellas

 

a plena luz del día.

 

Qué escala se tendió

 

desde el cielo a mi carne

 

en éxtasis de entrega,

 

cuando tus ojos en mis ojos,

 

cuando los dos en un latido.

 

Varada en ti, y a un tiempo en arrebato,

 

a mi casa cercana, el universo.

 

 

 

                      De La indigente, 2016

 

 

 

                              *

 

 

 

Avemaría.

 

Cada vez que se dice,

 

palabra nueva.

 

                              *

 

 

 

Mi gato yace

 

bajo un árbol celeste.

 

Pequeño hermano.

 

 

 

 

                         De Auroras, 2019