6 poemas de Pedro López Adorno

 

Asunto de vida o muerte

 

 

 

 

 

Sólo quiero del tiempo un cocodrilo.

 

Larga cola y quietud. Ojos

 

de hipopótamo sobre íntimo río.

 

Y el lector con su hocico en el agua.

 

 

 

      

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Continuamos nadando

 

 

 

 

 

Triunfamos intocables toda la tarde aquella

 

nadando hacia un sur sin fin

 

casi lluvia en los hombros. Las tijeras

 

de los blindados cuerpos

 

destilaban gota altísima de trueno

 

por la cima de lo que intentaba ser.

 

 

 

Todos los ríos en ascuas. Todas

 

las naves abolidas. Nadando nuestro

 

sur sin fin. Paraíso sin freno los anfibios

 

ninfómanos de nuestra nómina de huesos.

 

Maremoto los labios. Amor

 

húmedo vuelo.

 

 

 

Velamen de descalabrado néctar y compás

 

de guayabas y papayas en la lengua

 

del mar al fin orilla

 

hacia un sur sin fin del paladar

 

que por un enjambre de angulas

 

continuamos nadando.

 

 

 

     (Terapia perpetua, 2018)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hojas del insomnio

 

 

 

 

 

1.   Se ve convertido en paralaje lo que puedo obsequiarle al lector. Solo sirve de brújula querer hacer sombra con las palabras que pienso me corresponden. No es fácil ni efímero el encuentro. Soy un chata ante la velocidad y destreza que en ellas surgen del diluvio al susurro y de allí al monólogo del aire. Me toca esquivar las sílabas que en torno a mí vociferen discordia. Sobrevivir los insólitos asaltos de la espera.

 

 

 

2.   Es un lienzo esta ansiedad de escribir y no poder hacerlo. Frágil lienzo. De perderme en la distracción o en la abstracción el giro que toma el espacio dentro de ese lienzo generará enardecidas sílabas. Sé que la ruta hacia las hojas del insomnio puede extraviarse en el diluvio y no tendré ni mapa Google ni compás para discernir quién soy. Por eso blasfemo asombro al dejarme llevar por las tentaciones del camino.

 

 

 

3.   Cuando pienso poesía resplandece un diluvio. Las piedras comulgan por el camino con los aromas de su nombre. Insaciables relámpagos. Vuelvo a ponderar la tentación de entrar al arca de la desmesura. Si decido lanzarme entre ruina y laberinto al estallido cada ráfaga del vaivén de sus labios será descalabro. Hojas del insomnio sinfín mientras tiemble su orgía.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Selfie con avestruz

 

        

 

 

 

Siempre quiso ser un avestruz

 

 

 

entre mordisco y cópula posar

 

sobre el cuello de lo amado

 

 

 

desafiar macilentos leones

 

con la migración de un orgasmo

 

 

 

todo por hilar despabilado edén

 

contra el infierno.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Selfie a ciegas

 

 

 

 

 

Sucede con frecuencia    un aluvión

 

de vahídos entumece la inquietud

 

de las hojas

 

 

 

es otoño el que escribe

 

porque se atrasa el tiempo

 

esperando lo imposible

 

 

 

la desigual batalla

 

de no poder ver nunca como ayer.

 

 

 

    (Arca de la desmesura, 2019)

 

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Despedida en el Banco Oriental

 

 

 

 

 

He vendido la casa que era mía.

 

 

 

Madre, he vendido la casa de tus sueños.

 

 

 

En los ’70 tu dulce hogar

 

fue un minúsculo palacio de murciélagos.

 

 

 

Aprendiste la jerga de su idioma nocturno

 

y me contabas las hazañas de tu soledad

 

cada verano que volvía. Héroe mío,

 

Madre, perdóname la ofensa de vender

 

los frutos de tu involuntaria diáspora.

 

 

 

Mero préstamo. Salvoconducto efímero

 

tus 17 años en la extranjería. Nunca

 

fuiste tú entre los gestos del invierno

 

ni tu sombra fue la sombra de esos árboles

 

que exhibe el Jardín Botánico del Bronx.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Viniste a morir aquí. A esta casa

 

que hoy lunes 28 de junio he vendido.

 

 

 

Hasta las toronjas lucen perplejas y ofendidas.

 

 

 

      (inédito)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pedro López Adorno nació en Puerto Rico en 1954. Desde 1965 reside en la ciudad de Nueva York. Doctor en Filosofía y Letras de New York University (1982). Es poeta, crítico literario, novelista y antólogo. Como poeta ha publicado los siguientes libros: Hacia el poema invisible (San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1981); Las glorias de su ruina (Madrid: Playor, 1988); País llamado cuerpo (Lima: Editorial Lluvia, 1991); Los oficios (Sevilla: La Cuerda del Arco, 1991); Concierto para desobedientes (Río Piedras: Editorial Plaza Mayor, 1996); El gran olvido -plaquette (Barcelona: Café Central, 1996); Cumpleaños –poema/plaquette (Nueva York: La Candelaria #10, 1998); Viajes del cautivo (Xalapa: Editorial Graffiti, 1998); Rapto continuo (San Juan/Nueva York: Ediciones Babel, 1999)- edición limitada de 78 poemas que representan un tarot; incluye caja de madera (obra del artesano puertorriqueño, Hipólito Figueroa) e ilustraciones de la grabadora puertorriqueña, Consuelo Gotay; Arte de cenizas/Poesía escogida:1991-1999 (San Juan: Instituto de Cultura, 2004; Opera ardiente (San Juan: Terranova Editores, 2009); Terapia perpetua (Rimini: Raffaelli Editore, 2018)- edición bilingüe español/italiano; traducción de Emilio Coco; y Arca de la desmesura (Granada: Valparaíso Ediciones, 2019.  Aparece antologado en Nueva poesía latinoamericana (México: UNAM, 1999); Una gravedad alegre. Antología de la poesía latinoamericana al siglo XXI (Valladolid: Editorial Difácil, 2007); Puerto Rican Poetry: An Anthology from Aboriginal to Contemporary Times (Boston: University of Massachusetts Press, 2007); Jinetes del aire. Latinoamérica y el Caribe Poesía contemporánea (Ecuador/México: Mayor Books, 2008); Vapor transatlántico (México/ Lima: UNMSM, 2008) y Yunaites. Poesía en español en los Estados Unidos (Brasil: Lummer Editor, 2014), entre otras. Dentro de poco aparecerá su segunda novela, Más allá de un bolero, bajo el sello Sudaquia Editores.

 

 

 

Se desempeñó como catedrático de literatura de 1980 hasta el 2012.

 

 

 

 

 

 

 

Semblanza enviada por el autor

 

 

 

Fotografía de Carmen H. Romero

 

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