día 11, día 25

día 11

 

quisiera

haber caído con las manos en los bolsillos,

sonriendo al tocar el suelo

como tantos otros

y oliendo el rumor de la muerte

como el aroma de la fruta fresca.

 

 

 

día 25

 

mis pies reciben ahora el peso de mi culo como el peso de una carne cualquiera. es el peso de la plegaria,

el peso y la rabia de creer que el dios que llevaba en el pecho descansando sobre un medallón de plata negra y que marcaba las palmas de mis manos en la infancia; puede silenciar ahora cada grito que sale de mi boca raspando mi garganta y cantando un dolor punzante, desesperado, como si cada sonido pudiera tocar las paredes y rebotar como otro pedazo de carne.

 

qué dios será el que calle los gritos de mi cuerpo, los gritos de mi boca cuando viene el hombre que son todos los hombres de este infierno, cuando viene sobre mí y me toma como a un animal suyo y traga de mí como pescado, y me dice que soy una gran sirena muerta, esclavizada a mis cabellos largos entre sus manos, a mi cola quebrada sobre el suelo, a la boca torturadora del hombre que intenta un beso sobre la misma cara en la que otro vació el puño y el esperma.

 

mi rostro deja poco a poco de ser bello bajo las botas que lo pisan.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CECILIA PODESTÁ

(Perú, 1981)

 


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