Saludo a la leyenda del mañana

 

 

 

 

 

Saludo a la leyenda del mañana

 

Ludovicos

energía de cráteres concentrados

vendaval y férreo elemento de guerra

A tu figura la luz proyecta su destino y cede el

milagro no hay quien pueda declararse enemigo

de tu música naciste inmenso

y más inmenso habrás de morir

porque en tus pulmones entra todo el oxígeno del

mundo y a tu corazón corresponde la argolla del

impulso último

 

Eres igual a océanos de ronca voz

a bosques y sus perfumes de árboles orgullosos

a ríos enteros,

archipiélagos península o

roca volcánica te pareces

a todo lo que vive

como si tu corazón concentrara un átomo especial

 

Yo tiendo mi mano hacia ti y saludo tu viejo

peregrinar brindo por tu inconstancia

bendigo la irresponsabilidad que te ha dado tanta

belleza te proclamo la sustancia de lo

maravilloso

materia y crisol de la poesía

paralela Qué perpetua

inquietud te asiste

como el crecimiento del liquen o cardúmenes sin sosiego

semejante a manadas de búfalos en trote

furioso te observo en la rueda obstinada

de la vida abriéndole el vientre a las

semillas

yendo por estrellas y desde allí al infinito

Qué puede importar si el hombre ciego no

comprende el deseo de estar por sobre toda

realidad

Yo me adhiero a tu salto de ala

abierta y eso es más que el

entendimiento

Me anudo a las cruces de las catedrales

e igual a un elemento divino

desde todas partes surges llevándome

 

¡Ah! Ludovicos

monje guerrero del porvenir

hijo de la tierra y su propio vagabundo contradictorio

la mirada de tus ojos traspasa el obstáculo

y aérea como ninguna

anuda águilas eternas a tus párpados

Qué puedes hacer sino atormentarte con los necios

Ludovicos

sé ese ángel aliado al trueno resplandeciente

coloso

enemigo de las anclas y su peso de muerte silenciosa

Sé el solitario corazón que no cesa de luchar

 

Yo bebo a tu salud, camarada místico

Por todas partes te salen imprevistos

brilla la espada

Nunca un armisticio, una rendición

a eso llamo locura, insensatez, desmán

y desde mi posición de espectador favorecido

aplaudo, aplaudo

así vive el espíritu exaltado

similar al potro embravecido con el relámpago

vacilante

y aún así, arrojado a regias tormentas

con sueños al alcance de la mano

su arquitectura estelar comprende el imán del mundo

vivo y más vivo

con explosiones en el pecho

histórico y absoluto

vuelto hacia el porvenir de la luz

Así, Ludovicos

Así por siempre.

Marcelo Rioseco (1967)

 

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